En el siglo XX, debido al gran número de infectados
se vio la necesidad de encontrar un modo de evitar el contagio de esta
enfermedad, la cual estaba acabando con gran parte de la población mundial.
La lucha contra la malaria comenzó al verse
los daños que estaba causando; una primera solución llego en el año 1950, con
la invención de los insecticidas, al principio dio resultados, pero con el paso
del tiempo, los mosquitos fueron desarrollando cierta resistencia contra estos.
Hoy en día son inmunes a la mayoría de insecticidas.
Luego, se busco exterminar los mosquitos,
destruyendo sus larvas, las cuales crecían en las zonas pantanosas de las
regiones afectadas, pero no hubo éxito. En ese momento ya se sabía que la
quinina, la cual provenía de la corteza del quino, un árbol proveniente de las
colinas de los Andes en Ecuador, Perú y Bolivia, era un tratamiento
antimalárico altamente efectivo, que se usaba para combatir los parásitos que
causaban esta enfermedad; pero después de un tiempo de estarlo usando, perdió
su efectividad en ciertos tipos de Plasmodium.
Por eso en 1981 la OMS, Organización Mundial
de la Salud, hizo una llamada de alerta a la comunidad mundial sobre esta
enfermedad, muchos investigadores y países no hicieron caso a este llamado,
pero un médico y científico colombiano, Manuel Elkin Patarroyo, descubriría en
1987 la primera vacuna contra la malaria.
Las investigaciones de Patarroyo comenzaron a
comienzos de la década de los 80’ cuando dio un giro a su carrera en
investigaciones sobre predisposiciones genéticas, a ciertas enfermedades y se
centro en el desarrollo de vacunas sintéticas, en especial en el desarrollo de
una vacuna contra la malaria. Sensibilizado por la condiciones de vida del
tercer mundo que hacían que la enfermedad se propagara rápidamente, dejando a
su paso la muerte de millones de personas pobres.
Gran número de las vacunas existentes hoy en
día, fueron creadas a partir de los principios de la biología. Pero Patarroyo
comenzó su investigación por el área de la química. Él comenzó investigando el
mecanismo de como los parásitos seleccionan y se vinculan a la célula que van a
infectar, observando la estructura química de las proteínas que usa para
hacerlo.
Sin embargo, las partes de estas proteínas,
de por si no eran útiles, debido a que el sistema inmunológico no las reconoce.
Entonces, mediante el uso de la química, creo proteínas sintéticas iguales, a
las usadas por los parásitos, pero cambiando el orden de sus componentes,
logrando así, la visibilidad y reconocimiento de estas por el sistema
inmunológico. De esta manera, al sistema inmunológico distinguir la molécula,
empezará a anticuerpos y defensas, que serán usados como vacuna.
Esta investigación no solo fue útil para la
malaria, también es y será útil, ya que al usar estos mismos principios se
podrá buscar vacunas, para otras enfermedades infecciosas.
Patarroyo tenía que demostrar que la vacuna
si iba a tener buenos resultados en los humanos, entonces tras probarla en
animales y en 50.000 personas de diferentes regiones tropicales, él y su equipo
de investigación descubrió la primera vacuna contra la malaria en el año 1987,
llamada SPF-66, la cual contaba con
un 30% a 60.2% de efectividad.
Patarroyo no quedo conforme con la
efectividad demostrada por la vacuna, por lo que siguió con constantes
investigaciones en los años posteriores, encontrando una nueva vacuna con un
compuesto diferente en 1994, pero que al ser probada demostró entre un 40% y
60% de efectividad; datos que no dejaron conforme a Patarroyo, por lo que
detuvo su producción.
En 1996 dono la patente de su vacuna a la
OMS, que aunque no tenía una alta efectividad en toda la población, fue usada
para vacunar a miles de personas vulnerables, gratuitamente, como cierta medida
de prevención. Mientras que Patarroyo se concentraba en sus investigaciones
nuevamente, para buscar que la vacuna tuviera una efectividad del 99.9% en
cualquier clase de población.
Hoy, 25 años después de que Patarroyo creara
su primera vacuna, ha desarrollado una nueva generación de la vacuna SPF-66,
llamada ahora COLFAVAC (Vacuna contra el Plasmodium
falciparum colombiana, en inglés Colombian Falciparum Vaccine) la cual
probada en los micos amazónicos, que son similares al hombre, ha tenido una
efectividad del 90%. Ahora Patarroyo empezará a probar la vacuna en los
humanos, con la plena seguridad que tendrá excelentes resultados.
No solo Patarroyo se ha interesado en
encontrar la vacuna contra la malaria, sino que también, científicos de
diferentes nacionalidades se han propuesto hacerlo. Pero se sabe que no han
tenido éxito ya que cuando el parásito, productor de la malaria, entra al
organismo va cambiando su revestimiento constantemente. Y cada uno es
diferente; por eso todos los intentos de vacunas se han centrado en la primera
fase de desarrollo del parásito en el organismo.
Los países desarrollados no se quedaron atrás
y han escrito la otra cara de la historia en la búsqueda de la vacuna contra la
malaria.
Los militares que regresaban de Vietnam
después de cumplir su servicio en la guerra EE.UU contra este país, llegaban
muchos de ellos contagiados de malaria, entonces la solución del gobierno
estadounidense fue mandar a los infectados a Alaska, para que supuestamente el
frío acabara con su enfermedad. Ante esta situación los veteranos se quejaron
debido a que los síntomas no pararon y se vieron obligados a separarse de sus
familias. Esto genero numerosas protestas que culminaron con el silenciamiento
de los protestantes.
Otra solución fue el uso de insecticidas
mejorados, pero altamente contaminantes y tóxicos para la atmósfera.
Pero ahora buscando una solución científica,
investigadores suizos idearon una manera de inmunizar a toda la población
humana, mediante el uso de medicamentos antiparasitarios. En 1976 científicos
norteamericanos hicieron un cultivo “in vitro” de la enfermedad con el fin de
crear la vacuna. Pero el parásito Plasmodium
genero gran número de resistencias, lo que hizo imposible terminar el trabajo.
Años después se unieron investigadores
españoles a la búsqueda de la vacuna, donde cabe destacar al doctor Pedro
Alonso, el cual trabaja con población vulnerable africana, bajo el patrocinio
de una farmacéutica inglesa, GlaxoSmithKline (GSK) y la Fundación Bill Gates.
El doctor Pedro Alonso y su equipo de investigación, ya tienen una vacuna la
cual esta en fase II de desarrollo, es decir, que ya esta siendo probada en
humanos, específicamente en niños de África, la cual cuenta con una eficacia
del 58%.
La vacuna del Dr. Alonso recientemente fue
probada en más de 6500 niños africanos menores de un año, mostrando una baja
efectividad de acuerdo a la que se esperaba, con porcentajes que oscilan entre
el 26% al 31%. Estos bajos resultados han generado dudas sobre si algún día se
encontrará una vacuna altamente eficaz para esta enfermedad, lo cual es difícil
porque es causada por más de un parásito.
Estos porcentajes no esperados, aun siguen
siendo un avance significativo en la lucha contra la malaria. Además el Dr.
Alonso y su equipo de investigación, la farmacéutica GSK y la Fundación Bill
Gates van a seguir buscando que los resultados mejoren y beneficien al mayor
número de población. Aún no es el fin de esta vacuna.
Por tanto, se espera que en los próximos años
haya una vacuna con una efectividad buena, que inhiba el desarrollo de esta
enfermedad en la población vulnerable y que de esta manera evite la muerte de
millones de personas en el mundo.
Pero aunque la vacuna será un gran avance en
el control de la enfermedad, no será suficiente; por lo que seguirá siendo
necesario el uso de mosquiteros humedecidos con insecticida, el control del
mosquito en el mundo, y la mejora del servicio médico para la población en
riesgo.